sábado, 22 de diciembre de 2012

La basura bajo la alfombra

Días pasados, junto a los responsables del Observatorio de la Deuda Social mantuvimos una reunión con autoridades del Poder Ejecutivo Nacional, a propósito del informe "Los indocumentados, la cara invisible de la pobreza".

En dicha reunión se produjo un dialogo más que interesante sobre los alcances metodológicos de dicho informe, así también como las características de la problemática. Lo llamativo del intercambio fue cuando las autoridades nacionales nos señalaron que en los últimos años se habían desarrollado políticas de inclusión que deberían haber llevado a disminuir las posibilidades de que existan personas indocumentadas, ya que luego de explicar el fenómeno y de demostrar que en tal caso, las políticas de digitalización documentaria servirían para los nacimientos actuales y próximos, pero de ninguna manera podríamos solucionar el problema de fondo que son los indocumentados ya existentes. 

En términos generales, el problema además parte siempre de un pésimo diagnóstico ya que se piensa que el mismo se debe encuadrar dentro de la órbita del Registro Nacional de las Personas, como si estaríamos ante  un problema ligado al funcionamiento de los organismos del estado que deben registrar los nacimientos.

De ser así, nos perderíamos de vista que el 98, 6% de la población esta inscripta con lo cual sería un problema menor. En la investigación que hemos presentado desde el iadepp en forma conjunta con el ODSA surge con claridad que la tasa de mayor subregistro de nacimientos, esto es niños indocumentados, son los menores de cuatro años. En esa franja se duplica la cantidad de niños indocumentados

Lo llamativo es que en los últimos cuatro años se han llevado diferentes iniciativas de inclusión que deberían haber disminuido la cantidad de niños indocumentados, porque no solo se dieron resoluciones administrativas especialmente destinadas a ello, sino que en este período se enmarca la Asignación Universal por Hijo que sin dudas es un incentivo más que importante para que los Padres decidan e inicien la inscripción tardía de sus hijos. 

El informe nos informa que en el resto de las franjas etarias el 1,3% de la población se encuentra indocumentada, pero en los menores de 4 años la cifra se eleva al 2,4%. Poco menos del doble, en los nacidos dentro del marco de las "políticas inclusivas".

En otro orden, un político de la oposición a quién aprecio en lo personal por haber militado a su lado muchos años al referirle la situación me señalo que este es un tema importante, pero que es un tema micro. Que lo importante es tener en claro lo macro y ello, obvio, se desprende de un armado electoral.

En ambos casos, la visión oficial como la "opositora" manifiestan desconocer el origen del problema estructural que tenemos frente a nuestras narices y que el correo que recibimos en info@iadepp.com.ar de una trabajadora social del sistema penitenciario de la Provincia de Misiones se manifiesta más que elocuente "un Interno Condenado que dice llamarse xxxxxxx, manifiesta tener 22 años de edad, Manifestando que su fecha de nacimiento es el 30/08/90 en la Localidad de El Soberbio Misiones a través de parto domiciliario y refiere nunca haber sido inscripto y no portar DNI. El año pasado estando alojado en el Correccional de Menores tomamos conocimiento del caso y luego de una entrevista con su madre ratifica los dichos del Interno pero manifiesta, acta de por medio, hacerse cargo de iniciar el juicio de Inscripción ....., el interno fue condenado y trasladado a un penal de mayores...y la situación sigue igual.... tenemos conocimiento que otro de los hermanos, también detenido, esta en la misma situación de indocumentación por nunca haber sido inscripto"

Cuando en las últimas horas las imágenes de los saqueos volvieron a invadirnos, y mientras se buscan autores materiales como lo hicieron en el 89 y en el 2001, la realidad asoma contundente. Tras cada saqueo, la única explicación a la que asistimos es a que todo esto lo genera alguien por interés político, para desgastar a la otra parte.

Los saqueadores en esta oportunidad han sido mayoritariamente jóvenesen muchos casos adolescentes. Como le sucede a los indocumentados una legión de niños, adolescentes, jóvenes recuerdan que existen y que pese a ser considerados como la basura bajo la alfombra, pueden hacerse oír. Habría que ver quiénes tienen ganas de escucharlos. 

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Cerca de la abundancia y lejos del desarrollo


Durante el transcurso del año próximo se cumplirán treinta años de democracia estable en nuestro país. Según indica el Censo 2010, cerca de veinte millones de personas nacieron a partir del año 1983. Por ende, crecieron y se educaron en el período democrático más extenso de nuestra historia, en el que expresar libremente las ideas, votar por los mismos u otros gobernantes y consagrar nuevos derechos han sido sus pautas de vida política. La mitad de la población ha vivido toda su vida en democracia. Ello implica una configuración diferente de la realidad; son generaciones que estudiaron o se iniciaron en la sexualidad con absoluta libertad y, a diferencia de sus padres, aprendieron a relacionarse con criterios menos represivos sobre su vida individual y, por ende, en su percepción colectiva.
La primera generación democrática de la Argentina vive en un país en blanco y negro que muestra su incapacidad para encontrar puentes de comunicación y diálogo entre sus opuestos, donde no importa el argumento sino quien lo sostiene. Como sociedad no hemos salido de la encrucijada de convivir con dos visiones predominantes. Por un lado, la mirada autoritaria siempre dispuesta a dejarse seducir por las respuestas efectistas y, por otro lado, la mirada republicana de otros sectores de la población, generalmente con un alto concepto de sí mismos, capaces de elaborados discursos sobre la democracia y el progreso pero incapaces de acompañar y entender la modernización social del país en un siglo que ya es vertiginoso.
Como en la Argentina del primer centenario, en la última década hemos transitado por un exuberante crecimiento económico gracias al sector primario. Pocas veces en nuestra Historia tuvimos una época de crecimiento económico sostenido tan prolongado para iniciar una modificación estructural del país y alcanzar el desarrollo tan mentado. La abundancia reciente nos ha hecho perezosos a la hora de construir futuro, optando por la picardía de consumir rápido, renunciando a la inteligencia de invertir en el largo plazo.
Al finalizar la actual administración federal, nuestro país encontrará, más allá de la espuma de los discursos, intacta a la estructura social de infraestructura. ¿ Acaso son mejores las rutas del 2012 que las del 2003? ¿Son muy diferentes los trenes y subtes existente a los que había en el año 2003? Atento al crecimiento de la inversión en educación, ¿hemos construido realmente una renovación del paradigma educativo acorde al Siglo XXI? Sobre el diseño demográfico, ¿se habrá federalizado la estructura territorial de nuestro país? ¿La concentración del 40% de la población en el 1% del territorio se habrá modificado? Es probable que enfrentemos como Nación una nueva oportunidad perdida. Nuestra dirigencia vive la ilusión eterna de grandeza, expresa liturgias, reivindica próceres y vocabularios de un país que vivió la represión política, la falta de libertad en su sexualidad, en las instituciones educativas y en las formas de relacionarse humana y políticamente, pese a que la mitad de la población ha vivido su vida entera en democracia.
Para quienes se estudiaron de memoria las respuestas que el Siglo XX exigía, la realidad les está cambiando las preguntas vertiginosamente y ellos no lo perciben. La nanotecnología, el dominio de lo híbrido en la producción de alimentos, la fertilidad tele dirigida  la explosión tecnológica… en fin, el conocimiento indefinido son las huellas de un tiempo presente que exige nuevos paradigmas y mejor calidad institucional. Llegar al desarrollo como sociedad requiere una cultura de consensos que superen los tiempos de una administración o de un mandato y, por sobre todas las cosas, requiere de generosidad política y menos especulaciones.
Según hemos observado en los últimos años, claramente el problema de nuestro país no reside solamente en quienes gobiernan, sino en la incapacidad de quiénes aspiran a gobernar, preocupados por sus estrategias e incapaces de ofrecer propuestas que solucionen los problemas cotidianos de los ciudadanos. Si el kirchnerismo es criticado por su falta de diálogo y su intolerancia, los partidos integrantes de la oposición hay que reconocer que funcionan como un espejo. No dialogan entre ellos, ejercitan la intolerancia en la competencia en un juego de suma cero y constituyen un atentado a la necesaria alternancia del sistema democrático.
Cerca de la abundancia y muy lejos del desarrollo, aún estamos a tiempo.
Publicado en El Estadista (ver aquí)

miércoles, 5 de diciembre de 2012

No tener identidad


Nacieron en los últimos diecisiete años en alguna ciudad argentina, sus padres son también argentinos y, sin embargo, no tienen, como todos los ciudadanos, un número de registro que los incluya en el total de la población.
Los niños y adolescentes argentinos de hasta 17 años invisibles para el Estado que viven en zonas urbanas -algunos muy cerca de las oficinas donde se debería tramitar su identidad- son 168.000. A ellos habría que sumar, para tener una visión completa, a los argentinos sin documento que viven en zonas rurales y a los mayores de 17 años. Pero no hay cifras que midan esos grupos.
Un informe realizado por el equipo de investigación del Programa del Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA) de la Universidad Católica Argentina (UCA) y el Instituto Abierto para el Desarrollo y Estudio de Políticas Públicas (Iadepp) se detiene en esta problemática y la distingue de la de los migrantes internacionales que no tienen identidad certificada por el Estado argentino, pero sí por los de sus respectivos países.
Según los investigadores de la UCA y del Iadepp, la mayoría de los niños que crece sin documentasiste a la escuela primaria que suele aceptarlos en forma provisional hasta tanto se presente el respectivo DNI. En el caso de que finalicen el nivel educativo sin haber terminado el trámite, no se les expiden los certificados por los estudios aprobados.
En el mundo, en 2000, el Fondo de las Naciones Unidas para la Niñez estimaba que había unos 50 millones de niños -el 41% del total- que no estaban registrados.
"No contar con un DNI tiene un impacto negativo en el acceso de las personas a una educación completa, al sistema de salud privado y a las diferentes líneas de seguridad social que brinda el Estado para la población en situación de vulnerabilidad o pobreza", dice el informe de la UCA.
También se afecta la capacidad de representación de las personas ante la Justicia, la posibilidad de ser sujeto de crédito o acceder a una cuenta bancaria; de casarse, de votar, y se imposibilita su inserción en el mercado laboral formal, entre otras consecuencias.
Según los datos del ODSA, en el conurbano bonaerense los menores de 17 años tienen tres veces más probabilidades de no tener documento que los que viven en ciudades del interior. "A medida que empeoran las condiciones del espacio sociorresidencial se incrementa la propensión a la vulneración del derecho a la identidad", afirma el trabajo de la UCA.
Un niño en el estrato muy bajo registra 2,5 veces más posibilidades de no tener DNI que un par en el estrato medio alto. Esa brecha regresiva es de 2,6 veces entre los niños pobres y los no pobres en términos de ingresos, y de 1,8 veces entre los niños indigentes y los que no están en esa situación.
La posibilidad de que los niños no tengan documento es levemente mayor en hogares monoparentales y en los extensos. Además, se advierte que cuantos más menores vivan en el mismo hogar, hay más chance relativa de no tener documento.
Según las normas, un bebe debe ser inscripto en el registro civil correspondiente al lugar de su nacimiento antes de los 40 días de vida. Para anotarlo pasado ese tiempo y hasta los 12 años se requieren dos testigos que acrediten el vínculo (hasta tanto siga en vigor una excepción dispuesta por la normativa vigente). La inscripción de los mayores de 12 años debe ser autorizada por un juez, y ese trámite lo hace un abogado ante los tribunales de familia que correspondan.
En estos juicios extemporáneos o tardíos, se busca demostrar que alguien al nacer no fue registrado y que no fue inscripto con otro nombre. También se compara la masa corporal con la edad presunta. Los exámenes de ADN no son obligatorios.
"Los trámites son gratuitos, pero muchas veces estas personas encuentran la posibilidad de acceder a la Justicia a través de un abogado al que tienen que pagarle", afirmó a LA NACION, Ianina Tuñón, directora del informe. "Conozco muchos casos de personas que desactivan el trámite cuando sienten el menor rechazo por parte de un empleado del Estado. Necesariamente el Estado tiene que ir hacia ellos", concluyó
Esta nota fue Publicada por el Diario La Nación (ver aquí)